Viste cuando vas acompañado por un viento congelado que sin piedad te golpea la cara? O cuando esperás en el umbral de la puerta, sentado, el colectivo que parece, jamás llegará. Viste cuando a lo lejos solo ves luces en movimiento, que van haciendose cada vez mas grandes en la medida en que se acercan a tu retina, y son amarillas y deformadas? Y que parece que tenés la capacidad de elevarte sólo de madrugada...y que los cigarrillos no se cansan de ser fumados y en su rebelación se hacen eternos. Viste cuando los domingos son aturdidos como gritos en el océano? Y que no hay nada que cure tu cabeza. Viste cuando te viste al espejo? Y estabas lo más muerto que jamás imaginé para vos más vida. Pero sin embargo podías seguir mirando en el vidrio de en frente. Todo, todo, en cuanto despertaste olía a ceniceros viejos y el primer pie que pusiste en el suelo cuando te despertaste se topó con unas ropas, y unos libros que intentaron ser leídos y un piso de lo más mugriento. Lo más parecido a un bar clausurado de Boedo... Qué querías, no lo sabías, un "repeat" en tu cabeza te enroscaba con que tenías que seguir cumpliendo con esto y con aquello. Y un "clic" en otro lado te ayudaba a estar como el agua del mar en primavera que cual unas sábanas blancas se desliza desde adentro hacia afuera, suavemente, por las ventanas de un hermoso balcón que supiste aprovechar bien. Se sumergen entonces, esos colores bañados en un brillo de blanco -como una sábana, imaginate- que atraviesan las pestañas, el aire, la puerta antigua hasta conectarse con unas palomas que estan allí siempre presentes, molestando y no tanto. Quizás perciban la soltería y sepan elegir en qué ventana quedarse a conquistar la soledad... Ahí es cuando todo en ese instante se vuelve como el ruido de los toca discos, entre suave y a punto de romperse... o de tirarse. Viste que en estos momentos es cuando te convences de que después de todo la vida está buena? Aún después de brindar muchas veces con el cerebro partido en mil pedazos, con las pupilas apuntando a derecha e izquierda al unísono, y con los pies que en ácido caminan cada vez mas enloquecidos, entre rápido y lento... Ahora te volvés a preguntar de qué manera vas a explotar la tristeza la próxima vez para hacer una devolución a tu hígado, y a tus neuronas. Verás, mucho no nos importa.
Ahora es cuando las locomotoras viejas se desnudan y desfilan, nos seducen y nos encantan con su música como de sirenas rendidas a la muerte sin amor. Y con la fuerza que siempre nos queda en reserva, levantamos nuestro equipaje del suelo y nos abrazamos a él dentro de un vagón que nos toca por azar. -Si, a todos nosotros, los que vivimos y no tanto dentro mío.- Así mueren en Buenos Aires las luces deformadas, los amores que no fueron, y las heridas que se resistieron... Siempre andando en busca de mí. A mi encuentro y desencuentro para reencontrarme cuando así lo sienta. Como lo siento ahora... y muy lejos.
Esta vez tengo una cita conmigo a donde voy volando sobre unas vías infinitas. De modo que beso la tierra y les digo, hasta la próxima curda.
Un loco como yo merece presenciar su propio baile y descabellarse para poder seguir sonriendo.
Cielo
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