Un día se cansó y se le tiró encima golpeando sin piedad. Todas las imágenes que puedas imaginar se revolvieron y quedaron al revés. No había ni para uno ni para el otro más cinta que revelar. Hasta que un día se fue a Cuzco y no volvió mas. Y ahí donde él estaba siguió la misma coreografía. Cuando menos se lo esperó, un día se enteró escuchando a un conocido, que se había muerto. Y todas las palabras y los abrazos que quiso darle, ahora ya no tenían más sentido porque a quien tenía que dárselos, ya no estaba. Porque estaba muerta.
Y así se le pasó la vida, tomándose a pecho el trabajo que nunca quiso y las carreras universitarias. Reprimiendo a las personas y engañándolas con muñecas sin corazón. Y más mujeres…Para que después, si dejaba de soportarlas, las maltrataba, las basureaba o incluso les mentía y se armaba historias que no eran para ver si en su egoísmo podía ser más feliz. Como hizo con la finadita y con un montón mas.Lo más hermoso fue cuando todas las cosas malas que hizo le volvieron y aunque aquel no creía en el dicho, la otra le juró por ésta que así iba a ser. Y ahí se fue. “¡Ma’ que trabajo ni que machitos de compañía! Mi sueño es seguir cumpliendo sueños… Y que bonito se siente cuando no hay razón pa’ vivir, porque justamente la vida es irracional, no es lógica” decía. Y así terminó aquella no más, la que cada dos por tres la veías llorando, pero no sabía bien por qué. Debe ser porque se la pasaba sintiendo ¿no? O porque nunca se reprimió nada y los demás se le quejaban por eso. Y hasta la querían modificar.
Y el otro… ¡y quien sabe!, capaz no aprendió de esa contraseña que se le impuso en el camino durante unos meses… por eso siguió igual de duro. No pudo dejar las drogas, ni el maltrato, ni el egoísmo y a lo mejor se murió creyendo que era feliz o que conoció el amor cuando nunca nada de eso le pasó, ni con la primera ni la última. Porque cuando el corazón le habló antes de que la otra se cansara, el otro lo reprimió y nunca se pudo explicar qué sintió realmente, por qué le pasaban a los dos cosas tan extrañas, por qué se odiaban y se amaban y se dejaban y se extrañaban y se abrazaban y se golpeaban y se reían como locos entre ellos no mas, y se creían que seguían amando a sus otras parejas para refugiarse un rato.
Y el otro no la vio nunca más. Nunca más. Y la otra tampoco, ni modo. Mirá que cuando aquella se ponía firme, era de hierro. Tanto que lo quiso y pataleó y hasta se golpeó feo un día… Pero ella nunca se negó el amor, así que le tomó unos días explicarle al corazón que tenían que irse a repartir todo ese amor a otro lado y no a un chiflado que creía que amar era volver loco a uno y jugar con uno y hasta se creía el tipo que una ya se le quería casar. Ma’ que esas personas no entienden nada.
Un día sentada en el banco de una plaza de Lima, aquella se acordó del otro y de la historieta y se puso a escribir. Y sonreía… Le brillaban los ojos. Se acordó de que una vez le dijo (y con cuanta razón), “El mundo está de la cabeza, patas arriba, el amor se ha pasado de moda y eso daña a los seres no artificiales como yo”. Y mirá que no había cosa que la parara. Todo lo que iba soñando, iba doliendo, si, pero no paraba. Y todo se le cumplía: con tiempo, con lágrimas y con personas que dificultaban en el medio, pero aquella no paraba… y tenía suerte, y era inteligente y no tan hermosa. Y todos los instantes de felicidad los usaba para alimentarse.
Así vivió aquella, sabiendo lo que era vivir hasta el último momento. Admirando y recordando bien a las personas que siempre estuvieron. Y riéndose de las que quisieron derrumbarla o llenarla de estupideces que, para su frecuencia, no tenían sentido. Y así y todo, no conoció el odio.
Y cuando se vino a Lima contigo en su vientre, se fue a Cuzco y prometió en las tierras sagradas del sol, que tú ibas a continuar con su historia, Libertad. Y por eso te puso ese nombre, y por eso no tienes padre.
Esa fue la historia de tu madre, la que se creía única y no era ni siquiera una de ellas. Eso era justamente lo que la hacia bella, y libre por sobre todas las jaulas del mundo.
Cielo
Me gusta esa irreverencia agridulce y onírica.
ResponderEliminarTambién estos cabos que se te caen de los dedos para que los que te estamos conociendo los vayamos atando!
Espero que la estés pasando bomba en tierras Incas. Y que encuentres lo que sea que estés buscando.
Abracitos!