Estuve en los abrazos pensados pero menos esperados en ese momento.
Nade sin respuesta de mi cuerpo, sin ayuda de mis fuerzas,
una noche en la que solo podía vomitar mi alma.
Los sollozos mas agudos se mezclaban con aullidos de perros en vela,
que todo lo presienten en momentos como ese.
Otra vez, pensaba que mi costumbre de andar sola me quemaba la garganta,
Y no me dejaba respirar.
Nadie escucho mi aullido final.
Solo habían unas paredes despintadas, viejas y frías.
La alfombra se quemaba con cenizas
que caían desde la punta de un misil disparador de humo
que asesina con el tiempo a las personas como yo.
Lo cierto es que no podía emitir respuesta alguna,
a unas palabras que buscaban que toda la furia del mar
se fundiera en un paisaje de cielo celeste claro -iluminado por el sol-,
Nada de eso paso.
Los perros rabiosos que iba vomitando se debilitaban,
y caían como hojas de un árbol que en abril se quiebra.
Todos los sueños se quemaban en una vasija de cristal,
y esa perra vagabunda de la que poco les hable,
se hacia un niño con frío, miedo y frustración.
Recuerdo haber escuchado que amar duele.
O haberlo pensado...
Y sentido.
Cuan infeliz es resignar amor por amar.
Desesperante es saber que se deja amar
sin conocer el futuro de lo que buscamos.
Amar doble.
Hacer dicotomias de dolor,
parar.
Ser arrasado por una fuerza que olvidamos que existía,
en la pelea de ser felices.
Resignar dolor por sufrimiento.
Querer todo y no querer nada.
Siempre dual.
Tener y hacer tener.
No olvidar para que no me olviden.
Buscar amar y ser amada.
Dar y recibir.
Cuidar y que me cuiden.
Sufrir, pero que vos no sufras.
No sufras por favor, yo no lo quise así.
Cielo
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