jueves, 6 de junio de 2013
LA MIEDOSA CONTRA EL KAMIKAZE
El kamikaze se fue, salió volando por la puerta. Le dije que si volvía a entrar lo arremetía contra mis espinas, le dije que por favor se fuera y se pusiera colonia si volvía, y que cambiara esa cara de amargado que tenía, que para eso estaban los mates o las paredes del patio de la casa, el piso del patio de la casa, la pileta donde parecía que no salía agua hacía años, hacía como veinte años, el poste de madera vieja, la soga colgando, la ropa interior colgando olvidada como margaritas en el otoño, los picos de vidrio en las paredes gritando que al que se atreviera a pasar le cortaría las manos y le sangrarían. Todo eso me hizo sentir el kamikaze, una mezcla de dolor y de hielo, un pequeño apretón hacia abajo de la tierra. Y a lo último le grité porque ya doblaba la esquina ¡Si volvés Kamikaze, traeme una alegría¡, !traeme algo para el corazón! ¡que acá todo nos cuesta tanto...!
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