Acostada en la cama,
Aparecen unos ángeles rubios
Son niños y bebés
La levantan con varias sogas y la acarrean hacia ellos
Como si fuera un
títere
Ella sigue en la cómoda posición horizontal
La giran un poco por el espacio hasta que inesperadamente
La sueltan
Y ella comienza a caer,
Atraviesa el agua del océano ahora
Va cayendo en posición
horizontal
Sin mover ni siquiera un músculo de impaciencia
Debajo del agua va mirando las burbujas que su peso hace al
sumergirse
Sin embargo cae como una pluma al suelo de arena
Que es suave
Sus ojos parpadean placenteramente
Desde la superficie algunos destellos iluminan el agua
El ambiente es azul
Y se puede respirar normalmente
Se levanta del colchón de arena y ve que en el suelo hay un
tesoro plateado
Lo abre, es como un sobre,
Está la foto de un abuelo saludando
El movimiento es real,
Se sonríe, la guarda en el bolsillo del saco y camina hacia
una puerta enterrada en la arena
La puerta está escondida entre paredes rocosas y algas
Ella se mete igual,
Es un túnel por el que no se ve nada y que debe atravesar
Porque esa fue s elección hace unos segundos tras haber
traspasado la puerta.
Va nadando por el túnel
No percibe nada y eso es lo que le extraña
La oscuridad le produce una curiosidad excitante
Así llega por fin a la superficie,
Saca la cabeza de debajo del agua,
Está ahora en medio del mar muy cerca de una orilla lejana
Ahora en vez de cabeza tiene una pecera
Con tres peces naranjas
Mueve sus largos brazos para nadar hasta un bote que está
anclado por allí
Como si fuera una casualidad
Como si estuviera ahí a propósito.
Se sube al bote y en su cabeza de pecera los peces se mueven
Rema…
Rema…
Rema con sus largos brazos
Hasta la orilla amarilla
Deja el bote y otra vez en Tierra sigue caminando
Ve a un pescador en blanco y negro
Que cuando la ve intenta sacarle los tres peces naranjas que
la contienen
Ella le pregunta - ¿para qué los querés?
Él le dice –para comer.
Ella le dice –no, estos no se comen.
Él -¿de dónde los sacaste?
Ella – del fondo del océano.
Él – ¿cuánto querés por ellos?
Ella – Nada. – Y se echa a correr.
El pescador sigue en la orilla esperando eternamente pescar
algo,
Después de muchas horas lo consigue,
Pero los peces que ha sacado están muertos.
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