¿Qué es Facebook?
Retazos de conversaciones escuchadas en el momento
previo a la reflexión y volcadas con obvia posterioridad al papel, por
incapacidad memorativa o por exceso de introspección o por falta de
interés en el tema:
1.
P: Yo lo uso para comunicarme con mis amigos de la vida cotidiana, con
ella (señala a la autora), que es con
quien vivo.
2. A:
Yo el otro día lo usé para hacer una reunión
con mis compañeros del secundario.
3. P:
Bueno para eso si, para eso puede servir.
Pero igual ponerte a conversar con alguien del colegio -que sabes que sigue
siendo la misma persona que era en el colegio-, como que no me interesa.
Y
es que ¿qué hubiera sido de nuestras vidas si Facebook no hubiese entrado en
nuestras vidas? ¿O es que hemos sido nosotros los que no hubiéramos entrado en
la vida de Facebook? ¿Quién llamó a quién? ¿Han sido los encantos de la masa,
con sus sudores y atracciones luminosas,
la eternidad del presente y sus
manjares de la popularidad con todos sus atributos sexuales y homosexuales y
fobosexuales que nos han seducido? ¿¡O
es que hemos sido nosotros o más bien nuestros retorcijones individualistas los
que han registrado nuestra firma en la red social más ciclotímica de la historia
de la humanidad para el resto de nuestra humanidad hasta la muerte de nuestras
muertes, amén!? En la era de las
comunicaciones, la humanidad se desliza fugazmente desde una punta del mundo a
otra mostrando mejores atributos, o destacando a través de la red social más
polémica del mundo un currículum vitae electrónico capaz de adjuntar fotos,
videos, notas, estados de ánimo, intereses, etc. cuyas funciones son análogas a
las de un buscador de empleos que suele realizar una búsqueda desesperada en la
merma de vínculos sociales, pasiones o autoestima. Aunque el espectador de sí
mismo no lo crea, con el paso del tiempo, el usuario de Facebook llega a
encontrarse enredado en un mundo de caracteres que son en realidad incapaces de
satisfacer las necesidades mundanas del individuo, llevándolo a este a un pozo
de arrepentimiento o necesidad de alejarse de la computadora para poder
continuar con la vida fuera del espacio virtual. Tanto es así que el individuo
no llega a recordar episodios de su vida anterior a Facebook, y eso comienza a
inquietarlo, siente profundos deseos de volver a un estado anterior, de
contestarse a sí mismo qué es lo que está pensando y no contestarle a un
recuadro en blanco que espera a la par del tiempo de la vida misma que allí se
depositen pensamientos personales que luego serán usados con fines públicos. Los
usuarios del libro cara dura suelen tener picos de competitividad, por ejemplo,
si a alguien se le canta las pelotas poner su pensamiento sea como sea,
enseguida aparecen las larvas ofendidas por nada, intentando tener acceso a la retórica
del otro inofensivo que no tiene ninguna intención de discutir con los pseudos
cuasi intelectuales, que en su mayoría son principiantes de estudiantes
practicando una falsa retórica apoyados en apuntes que le mandan a estudiar los semilleros comunes, como son las facultades, universidades, etc. En donde
todos estos pseudos cuasi principiantes de estudiantes intentan repetir lo que
sus fotocopias dicen, engañándose a sí mismos de que eso es tener pensamiento
crítico. Es así, como el Facebook intenta generar peleas o enfrentamientos
innecesarios. Pero como todo en la vida, hay usuarios que si acceden a entrar
en esas discusiones falsas, de intelectualismo cómodo, de cartón, y hay
usuarios que NO acceden a estas boludeces y que usan el Facebook para
divertirse, o con fines productivos y no como mera exposición del falso ego
seguido del falso pensamiento crítico. Por suerte existen los que hacen caso
omiso a casi todos estos personajes que hablan en Facebook como si estuviesen
dando cátedra en un seminario Mundial para miles de seguidores que los alabarían.
Como si lo público y lo compartido fuera realmente la opinión personal,
individual, introspectiva, decisiva, íntima, prohibida, secreta. ¡Qué he hecho!
Termina por reflexionar el usuario del Facebook cuando con el paso del tiempo
descubre finalmente que ha entregado (gratuitamente, consuetudinariamente) casi
el 50% de su vida a una red de personas, en su mayoría, desconocidas.
Reflexione esta noche sobre su vida en Facebook, ¿cuánto es verdad y cuánto es
mentira de lo que allí dice o pretende discutir? ¿Necesita gastar su tiempo en eso? ¿Es esa su forma de mostrarse ante la vida? ¿A través de sus débiles, agresivas, mal intencionadas retóricas? Si es así, qué triste. ¡Póngase a laburar!
Cielo.
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