Que lastima que todo el tiempo piense tan áspero. Tan, así, como
si se lloviera el techo todos los días como si se fuera siempre todo a la boca
del volcán y se quemase. Que ridículo se siente. Que asfixia de querer romper
tantas cosas cada día por no encontrar burbujas que no se desinflen porque si,
por aburrimiento. Que lindo debería ser todo sin embargo, todo el tiempo. Pero
siempre estoy rumiando que en verdad son momentos ácidos de mierda en los que
no podes encontrar un amigo en el corazón y no deseas saber mucho del espacio,
tal vez lo amas todo y no puedes escapar a ello. Y te encontras después tan faccional
y agotada, volviendo de el último sueño que fuiste a atacar. Tan sin ganas de
vos mismo, tan arruinadas algunas cosas, estropeadas de tanto galope sobre el
mismo paso.
Se supone que andando se hacen los caminos.
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