jueves, 29 de abril de 2010

Obra de noche




Se callaron las voces del televisor. Las luces encendidas descendieron lentamente por aquellas medias paredes. El blanco se hizo gris y bailaron hasta que las sombras de un tapado se escondieron en un perchero vacío. Y por allá atrás, una puerta medio a gritos mordió un marco de madera, que estaba tan solo como quieto sobre unas baldosas que en invierno argumentaban frío y manifestaban vejez.
En medio de la escena, unas sillas se arrastraron vociferando, y sobre la mesa, el pintor pintaba lo que los pinceles decían y una mezcla de colores se derretía sobre el papel.
No se sabe de dónde, no se sabe bien cómo, a la espera de la nada el aire comenzó a temblar cada vez mas cerca. El silencio solo pidió romperse en pedazos agudos. Y ese encuentro indiscreto de colores en sepia, resultó ser juez de una historia que suspiraba húmedamente sobre la obra.
Los cuerpos estaban desnudos y entrelazados sobre la inmensidad de un fondo de primavera.

La noche murió y con su última exclamación reclamó la llegada del día, que segundo a segundo comenzó a filtrarse por la ventana. El sol cuan espía pudo contemplar también la ternura de aquella obra.


Cielo.

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