jueves, 14 de julio de 2011

Des-pegadez


 
Cancelo el vuelo porque prefiero tomar nota de algunas prioridades que estaban después de lo que antes venía. Pausa. Yo me miento a mi misma. Casi siempre peleo en contra de eso. Pero eso existe, no te digas que no. Escribo a los que se les alarga la vida, a los que se les acorta y a los que se les empieza... como el agua que cae desde lo alto de los cerros con cara verdes, con mis agujas metidas adentro de las venas, con el alcohol pegado en una botella que podré usar como florero o portasahumerios algún día -¿podré?- me repito y me re contra repito que me repito todo. Hay ocho voces, hay un dinosaurio que canta llorando y no es verde, hay una mariposa en pedazos, hay papel picado y carne en trozos. Si yo fuera una muñeca me pasaría la tarde tomando el té con mis amigos los peluches, si yo fuera un peluche me pasaría el resto del día jugando con el perro que entre sus dientes me llevaría por todo el patio de la casa y me arrancaría un ojo... jugando, claro. Como nada de eso soy ni fui solo puedo pretender ser el perro que se pasaría la tarde acostado, estirando las cuatro patas, comiendo comida balanceada pero oliendo mierda, oliendo basura, cojiendome perras alzadas, mordiendo niños, mordiendo viejas, mordiendo pantuflas, mordiendo zapatos, mordiendo caras, mordiendo bocas. Sangre. Recuerdo: cuando era niña y me agaché para darle un beso al perro de una amiga, me sangró el labio inferior... a los perros le gustan los huesos. A ese perro le gustaba esa niña negra, o no le gustaba nada. ¿Qué decís del delirio de las personas?, ¿cuando te vas a dormir, tenés sueños marchitos o tenés que masturbarte para soñar? que?! ¿te choca lo de masturbar-TE? o te estoy haciendo muchas preguntas... claro. Dale, ¿estás apurada? o ¿tenés miedo? Qué carajo es? me podés decir porque si no me decís voy y me muero. Dejame poner una coma, una coma mas, dos segundos de no hablarme... que vuelva mi ser danzante que los pájaros vuelvan a ser blancos que los sonidos del viento vuelvan a rozarme el pelo... me convierto en una entrega de algodón viejo adentro de unas almohadas sucias llenas de baba, pesadillas y sueños. Vení, poné el pie en mi pecho, apretame, levantame hasta el techo y deja que lo rompa y me vuele, tratá de no patearme, meté un poco de presión-impulso-fuerza-rápidez-vuelo. Dejame que vuele para volver a volar...

 
Cieló.

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