martes, 10 de mayo de 2011

Cine Gloria II


“Si no duerme, pues sueñe.
Si está despierto, pues haga ese sueño realidad.
Y si sueña despierto porque no duerme, siga haciendo de sus sueños su vida”.

Después de 40 años de silencio, de abandono, de oscuridad y de historias olvidadas, las imponentes puertas del Cine Gloria que alguna vez se cerraron por última vez, vuelven a abrirse para llenar de luz un espacio que vitalmente nunca desistió. En el Cine Gloria se respira un aire de historias -que sentimos-, están presentes pero no se dejan ver. Basta con recorrerlo o dormir una noche en él para sentir que en algún momento de la historia, muchas personas han dejado allí un dejo de gran emoción. Parecería como si los árboles que hoy habitan dentro del cine, hayan elegido ese lugar para nacer, crecer y tal vez, resistir allí hasta el día que los salones vuelvan a llenarse de vida, parecería ser que el cine nunca se haya dado por vencido y nunca haya dejado de vivir. Sus paredes llenas de marcas, sus techos destruidos, las ventanas trancadas, las telas de araña, los murciélagos, la vegetación, la basura, el agua estancada, los insectos, los arboles que quisieron ir mas allá de las vigas oxidadas del techo de la sala principal, son señales de que “El Gloria” jamás dejó de dar batalla, y de que por todos los medios a su alcance, luchó, lucha y seguirá luchando para que en un pueblo no se asesine ni se domine la cultura, para hacer saber que por mas que el tiempo, las lluvias y los vientos lo hayan golpeado, una semilla de esperanza ha renacido desde los escombros, para crecer junto a todos y para todos y para dejarnos otra vez su música, su luz y sus ganas de vivir, para demostrarnos hoy mas que nunca que la cultura renace desde la tierra, desde abajo, con muchas fuerzas y no desde la cúspide de un mercado cultural. El Cine Gloria fue un espacio en donde alguna vez alguien se animó a declarar su amor con un beso de película, o en donde algún apasionado hizo girar la manivela para proyectar y reproducir infinitamente lágrimas y sonrisas. Hoy las puertas están abiertas para volver a poner en funcionamiento ese espacio que se arrancó de muchos soñadores un día en que el cine decidió venderse, y en que se decidió optar –otra vez- por el genocidio cultural. Un genocidio que, aunque muchas veces esté cubierto, sabemos verlo, sabemos intuir qué es lo que se pretende hacer cuando desde el despotismo se intenta una y otra vez maquillar a un muerto; un genocidio que no fue capaz de connotar su fracaso porque su fracaso hoy es nuestro triunfo. El sentimiento de estar llegando a tocar el cielo con las manos nos acompaña y no nos abandona, nos hace parte de una historia a la que no dejaremos nunca más en soledad, somos nostálgicos, luchadores, soñadores y estamos decididos a llenar de gloria las calles doradas bajo cualquier color del cielo, bajo cualquier circunstancia. Nos pusimos en contra del olvido y de sus miserias, mejor dicho, nos pusimos a recordar algo que nos quisieron hacer olvidar, pero que está y estamos dispuestos a traerlo a nuestro presente, porque sabemos que tenemos la obligación de revivir y contagiar sueños -así sean sueños que estén o ya no estén presentes entre nosotros-, para compartir la alegría de cumplirlos. El cine nos ha dejado sus huellas, un mensaje en una botella que ha viajado con el tiempo hasta llegar a destino.

Cielo.
(Reseña para el Colectivo Cultural -desde el corazón,como siempre-). 

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