domingo, 15 de mayo de 2011

Renacer de la luz


Y pero qué ibamos a hacer un domingo en el que nuestros espiritus se habían ido a caminar por el jardin botánico y habíamos dejado al cuerpo, bailando casi muerto en la oscuridad del departamento... 
Un paso hacia profundidades infinitas se había dado ese día, un reencuentro de dos almas reencarnadas que venían con un mensaje destinado para seguir reviviendo almas provenientes desde un lejano universo cósmico, desde el principio de la vida, a contagiarse, a multiplicarse en silencio... sintiéndonos livianos y suaves nos acariciábamos las manos y levitando entre los árboles rodeados de muros y gatos salvajes que también se habían unido, empezamos a sentir lo esponjoso del suelo, a mirar atentamente las hojas mandálicas que estábamos pisando, despacio, esponjosas, fuímos descorriéndolas con los pies -entrando- comenzábamos a comunicarnos -otra vez-, con un ritmo que sólo nosotros podíamos escuchar y que se sintió cada vez más, y más, cuando me encontré danzando en círculos , dando patadas de caricias a las hojitas amarillas, grises, borgoña, marrones, verdes que veia sobre la tierra, al lado de esa planta que sólo pude ver tras haber pasado por un largo viaje, después de ese suspiro mágico que había llegado desde lo mas lejos del yo. Y entramos luego a buscar energía vital buscando allí continuar con el estado no emocional, puramente mental y comunicativo que habiamos descubierto o reencontrado. Los cuerpos en el departamento seguirían bailando muertos y eliminando toda batalla sólida que en la tierra habíamos creído pelear. Desgastados por eso, quizás se estarían metiendo en la vejez o en el cansancio de vivir sometiendo al pensamiento , sometiéndolo siempre, sin dejarle un respiro , dándole solamente vida al cuerpo y olvidandolo todo, olvidando la transcición por la que todo había comenzado el día que en nuestros cuerpos de recién nacidos con las extremidades blandas, se habian depositado unas almas que bajo la luna se sentían absorbidas, y la luz de ella era la que los bañaba de toda esa calma temperamental que les ofrecía el poder bailar y estirar las manos, dejando caer el torso, cerrando los ojos, inyectando sonidos, moviéndose bajo la noche, sin parar, nunca parar, el ritmo como un  silencio nuestro lejano y liviano. La música no terminaba nunca porque habíamos renacido galopando en otros latidos -ese era el mensaje. Y la muerte nos había abierto sus puertas con una sonrisa de paz, blancuzca, pálida, que nos tapaba los oídos y los destapaba, haciéndonos caras, sonrisas, y yo que entregada a su danza y a su encanto no deseaba ver ya nada, pude ver a mi espíritu saliéndose de mis manos, de mis dientes desquiciados que se chocaban y no dejaban de sonreir , buscando ese placer absoluto que es acariciar la lengua dormida sobre un dulce o una verdura hervida y aterciopelada, como si fuéramos bebes recién nacidos y no experimentáramos materia conciente, como si lo único que quisiéramos fuera alimentar nuestros sentidos, y disfrutáramos con el latido o el sonido repetitivo y suave de una lluvia dentro de una caña o del poder de la danza y las luces que solas nos ofrecen imágenes de seres y más seres moviéndose en completo silencio interno, deformándose, retransformándose y volviendo a degenerarse desde un punto profundo, una sola perspectiva.






(Un único punto que todos los seres con vida  tienen y está despierto en tu interior. El principio de la batalla es encontrarlo. Luego... sólo danza, danza solo, muévete y suspira, respira, extasiado del placer y verás que entre tanto bullicio, miedos, oscuridad, gritos, silbidos, ambulancias y cemento, comienzan a desfilar  espíritus  entre todas esas imágenes retorcidas que se han ido saliendo de su materia y están serenos, unidos, conectados, levitando, bailando... en paz).

Cielo.

martes, 10 de mayo de 2011

Cine Gloria II


“Si no duerme, pues sueñe.
Si está despierto, pues haga ese sueño realidad.
Y si sueña despierto porque no duerme, siga haciendo de sus sueños su vida”.

Después de 40 años de silencio, de abandono, de oscuridad y de historias olvidadas, las imponentes puertas del Cine Gloria que alguna vez se cerraron por última vez, vuelven a abrirse para llenar de luz un espacio que vitalmente nunca desistió. En el Cine Gloria se respira un aire de historias -que sentimos-, están presentes pero no se dejan ver. Basta con recorrerlo o dormir una noche en él para sentir que en algún momento de la historia, muchas personas han dejado allí un dejo de gran emoción. Parecería como si los árboles que hoy habitan dentro del cine, hayan elegido ese lugar para nacer, crecer y tal vez, resistir allí hasta el día que los salones vuelvan a llenarse de vida, parecería ser que el cine nunca se haya dado por vencido y nunca haya dejado de vivir. Sus paredes llenas de marcas, sus techos destruidos, las ventanas trancadas, las telas de araña, los murciélagos, la vegetación, la basura, el agua estancada, los insectos, los arboles que quisieron ir mas allá de las vigas oxidadas del techo de la sala principal, son señales de que “El Gloria” jamás dejó de dar batalla, y de que por todos los medios a su alcance, luchó, lucha y seguirá luchando para que en un pueblo no se asesine ni se domine la cultura, para hacer saber que por mas que el tiempo, las lluvias y los vientos lo hayan golpeado, una semilla de esperanza ha renacido desde los escombros, para crecer junto a todos y para todos y para dejarnos otra vez su música, su luz y sus ganas de vivir, para demostrarnos hoy mas que nunca que la cultura renace desde la tierra, desde abajo, con muchas fuerzas y no desde la cúspide de un mercado cultural. El Cine Gloria fue un espacio en donde alguna vez alguien se animó a declarar su amor con un beso de película, o en donde algún apasionado hizo girar la manivela para proyectar y reproducir infinitamente lágrimas y sonrisas. Hoy las puertas están abiertas para volver a poner en funcionamiento ese espacio que se arrancó de muchos soñadores un día en que el cine decidió venderse, y en que se decidió optar –otra vez- por el genocidio cultural. Un genocidio que, aunque muchas veces esté cubierto, sabemos verlo, sabemos intuir qué es lo que se pretende hacer cuando desde el despotismo se intenta una y otra vez maquillar a un muerto; un genocidio que no fue capaz de connotar su fracaso porque su fracaso hoy es nuestro triunfo. El sentimiento de estar llegando a tocar el cielo con las manos nos acompaña y no nos abandona, nos hace parte de una historia a la que no dejaremos nunca más en soledad, somos nostálgicos, luchadores, soñadores y estamos decididos a llenar de gloria las calles doradas bajo cualquier color del cielo, bajo cualquier circunstancia. Nos pusimos en contra del olvido y de sus miserias, mejor dicho, nos pusimos a recordar algo que nos quisieron hacer olvidar, pero que está y estamos dispuestos a traerlo a nuestro presente, porque sabemos que tenemos la obligación de revivir y contagiar sueños -así sean sueños que estén o ya no estén presentes entre nosotros-, para compartir la alegría de cumplirlos. El cine nos ha dejado sus huellas, un mensaje en una botella que ha viajado con el tiempo hasta llegar a destino.

Cielo.
(Reseña para el Colectivo Cultural -desde el corazón,como siempre-). 

martes, 15 de marzo de 2011

MARTES

.


DE CABEZA?


Y NOS CAEMOS


DEL PISO


GRAVEDAD 


¿Y SI SE VA LA 

lunes, 14 de marzo de 2011

Naranjas no tan mecánicas.


Picantes las sales que salen
                                  conmigo
la bañera asusta
                     las mellizas tetas      revientan


afuera, una comparsa.


que si la luna afuera
que si me pierdo en la vereda
que si me baño de seda
                             muerta


las camisas casas
                    alas
de esta mosca apestiente/ inmersa
agitan las xeméquires de mi fosa 
y hay
                                             cadáveres
                                        muelas 
                                     caos.


por todo el patio, el alambre.
                             el hambre
                          todo es

las figuras que despiertan mi sueño ahora.


                                                              Cieló.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La locura de los hombres es falsa alarma en los sentimientos ajenos.


Un día me sentí loca. Y me volvió a pasar de ahí en más. La cabeza me daba preguntas y no me daba respuestas. Las preguntas no tenían respuestas, y esas respuestas nunca habían sido preguntadas por nadie. No existían vientos ni cuando mi corazón escuchaba luces y en esa noche de preguntas no me escapaba por las montañas heladas y abandonadas al silencio porque antes tenía que darle una respuesta a ese silencio, comenzando despacio, tirando puñetazos a los fantasmas que me gritaban ensordeciéndome con su ausencia hecha lágrimas (No soy yo quien escribe sino que es eso que fue creciendo conmigo como crece la hierba en el cemento... envenenando mi psquis.  Como una inyección de veneno que se clavó en el medio de mis talones y fue enroscándose desde ahí hasta el final del pelo. Resultado: hoy  puedo medir mi locura en 1 metro 63 centímetros y suponga que medio metro más también).
Tan loca es que estoy señores, que puedo sentir dolores agrios en el cerebro, verdes, anaranjados, azules y alejo la mirada de los cuerpos humanos que van apretados en el subte y llegan a provocarme un asco nervioso. Siempre quiero salir gritando, imaginando…yendo a buscarte y mirándote de lejos, acercarme, mirarte de cerca, reconociéndonos. Emprender nuevamente el vuelo al universo eterno de mis senos besados por cualquier enfermo hombre sediento de besos. Basta, ya no puedo.
El día que enloquecí entendí todo el cosmos completo y la yema de mis dedos  terminó de acariciar la dureza de los granos con pus. Pus… ¡es una linda palabra! -me gustaría saber si vivir en una burbuja de pus es lo mismo que vivir en una burbuja de ideas que no tienen pies-. Pulsé el botón del elevador hacia las nubes y ahí en el cielo respiré hondo para seguir echando pus como veneno en cualquier parte que me parase a buscar el por qué del fin de la muerte y el cómo del principio de la vida. ¿Tenía que gritar o pincharme los ojos para que en ese infierno de esqueletos en movimiento mi cabeza tuviera un descanso de lo inentendible? Pensé el pensamiento (Qué me importa esa... si en una noche como ésta la luna anda atravesando los rincones de esta pieza, y voy vaciando entre bocetos un asco que se escupe con tinta azul sobre la mesa. Y todo atraviesa mi sombra, la luz de ella, en un rincón, las estrellas, la carne de mis piernas, reposadas en el suelo, las ojeras, las ideas. La poesía que se escribe como enredando tus pelos en mis dedos. Es de noche, y todo empieza por mirarnos al fondo de los ojos). En el  fondo de la botella estaba la verdad de los borrachos que enloquecidos bebían, tristes y vacíos como la botella en su final. De igual manera los ojos estaban llenos y se vaciaban de contenido y de color cuando alguna angustia opacaba su brillo. Pero cuando quería ver a la gente, la miraba de frente y al fondo quedando así…con las pupilas conectadas por el puente más fuerte del mundo. Eran puntos negros en el espejo, historias reprimidas que podía verlas ahí, escritas en aquellas miradas de luces que brillaban y se apagaban al instante como una pequeña estrella fugaz.
Las sienes de cada costado me latían pateándome los intestinos, obligándome a reforzar los pensamientos, llevándome a la muerte. Y la muerte que tarda, que no viene a buscarme y es como el hombre que me sacudió misteriosamente la vida de un segundo a otro, haciendo de la locura una historia de nuestra vidas, un instante de vacío posterior. Ese día que me salí del cordón de la vereda no volví a entrar jamás en los otros juegos. Vivir se convirtió en pensar qué pasaría si fuera a buscar oro al final de los arcoíris.
El día que mi cabeza comenzó a pensar en espiral, lo entendí todo: el universo y sus planetas, los rayos del sol, las caras de la luna. El amor no fue para mí más que una puerta abierta en medio de un río, flotando sobre él, desnuda y tiesa… esperando ser golpeada, abierta, penetrada, pasada de largo, cerrada, cerrando personas, personas ajenas, objetos, animales, todo detrás de ella. De esa puerta amarilla tengo recuerdos, soy una puerta que se abre y se cierra, porque aprendí que dar amor es volver a abrir la puerta, para que esos objetos, animales y cuerpos se estremezcan volviendo a mover el picaporte, tirando de aquella y salir de eso, flotar en el río, despierto, mirar los cometas. La locura es una puerta despierta en el río que desnuda al amor de noche. El amor golpea a la locura, la puerta se abre, el amor enloquece. La puerta, el amor, los locos, todos flotan.

¿Y si dejás de pensar?

¿Y si me acerco al mar?

¿Y si pregunto a los caracoles por tu ausencia?

¿Y si el sol me ayudara a llegar ahí?

¿Y si el océano se expandiera mas y mas?

¿Y si la tierra comenzara a latir?

¿Y si de un salto pudiera volar?

¿Y si la arena comiera mis pies?

¿Y si enloquezco más y más?

Y MÁS

Y MÁÁS

Ó

MÁÁÁS?



NO LO CAMBIO POR NADA.  




 Cielo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Salpicarse de uno.



Pan con mermelada y una pesada taza de café provocan que la mirada posada en la ventana -desde hace ya un buen rato- se torne lejana. ¿Y quién podría venir a discutirme en este preciso instante que las gotas de lluvia que traspasan el tejido de la ventana y salpican mi cara lavada  -recién  despertando- no son el fenómeno más nostálgico y precioso que uno haya visto jamás? Y asomo la nariz para oler el gusto de la lluvia, y aunque a usted le parezca extraño, siento que la lluvia tiene un gusto seco que revitaliza los pulmones liberándolos -al menos imaginariamente- de tanto humo podrido que llevo ahí guardado, enganchado entre los alvéolos. Podría pasar una hora y media mas, aquí sentada, reflexionando sobre la lluvia -y con ella- desde su amenaza hasta su fin y sus secuelas. Estoy presente en mi mente y es ella la que me trajo hasta acá. La había sentido venir silenciosa y astuta, ayer... Ésta mañana cuando me asomé por la puerta balcón de una habitacioncita de la Av. de Mayo y ví desde un tercer piso todo el cielo negro, confirmé mis anteriores sospechas. Miré hacia abajo, el piso lejos y el techo del puesto de diarios se vió pequeño. Lo observé con silenciosa atención. Llegué a calcular una caída sobre aquél, sobreviviendo de la muerte para amortiguar el golpe. Y si, es ese tipo de cosas que uno imagina y no me diga que no. No le voy a creer que nunca pensó que viajando en colectivo éste podría caerse del puente sobre el que iba pasando y usted como un idiota suicida y conciente se tomó fuerte del asiento que tenía adelante y pensó en las probabilidades que tenía de morir esa tarde o en las posibilidades que tenía de morir el que estaba sentado al lado -todos estos pensamientos transcurrían mientras usted relojeaba dónde estaba colgado el martillo de emergencia para romper los vidrios, para escapar de la muerte o del destino que nuestras viejas dicen que tenemos marcado-. Pero se terminó resignando y pensando: "que pase lo que sea que tenga que pasar". Y así como la ve de silenciosa a la lluvia, la vi yo ésta mañana. Y le dije: "ya te andaba esperando a vos por acá", mientras ella seguía escondida detrás de los techos de los edificios viejos, los carteles, los cables y los semáforos... ¡como si uno no la viera venir!. Aunque por ahí escondidos debían andar esos hombres misteriosos que no levantan la cabeza para indagar el cielo, ni a la mañana ni nunca. Que aún no saben que cuando el cielo cambia de color y se pone negro, te está advirtiendo que ese no es un buen día para salir a comprar cigarrillos en zapatillas de lona. Ellos todavía no se habrán dado cuenta de que el vaho pesado y húmedo que se mete desvergonzadamente por las ventanas se llama "olor a lluvia", señores. Y que es como si toda la bronca de la gente que corre en la ciudad se elevara alto y cada vez mas, y todo eso se convirtiera en una masa pegajosa que necesariamente debe ser escupida desde allá, fuerte, con mucho asco, en cualquier momento. Y desde acá abajo la escucho llegar - junto con el sonido que voy haciendo al tragar el café, que está caliente, rico y aromático- Me siento capaz de haber escuchado el "PAC" de la primer gotita que golpeó contra alguna parte de la tierra, tal vez por acá, muy cerca. Y en otra parte del espacio, lentamente cae otra, y así como una percusión infinita de voces que cantan juntas una tormenta, siento el ruido de los autos que se deslizan sobre el agua, la ruta mojada, seduciéndome como un sonido de serpientes que silabean, un sonido "seseante", como harían las susodichas al hablar. Créame que si usted anda triste, la lluvia lo ayudará. Y que si andaba meditabundo, sacará conclusiones al respecto -ya vamos, no "horoscopee" demasiado- .Verá nomás, que si detuviera el reloj unos segundos y con él parase de girar la tierra al mismo tiempo, al mismo instante en que todas las miradas de los hombres se posasen sobre las gotas que resbalan con sublime suavidad sobre un vidrio empañado - el que sea-, ese pan con mermelada que a lo mejor usted también estaba comiendo dejaría de ser eso para convertirse en el mérito de todos sus pensamientos, sus angustias, sus felicidades y sus miedos. Lo mismo le pasó a usted y a mí con ese cigarrillo que se cansó de ser besado inútilmente debajo de la lluvia y que era fruto de nuestra voz en el cerebro, de la misma forma que nuestras reflexiones son el fruto de ese humito que aspiramos y que vamos largando en largas asfixiantes bocanadas - al igual que los pensamientos, las reflexiones, las lágrimas- muriendo lentamente cada vez un poco más y preocupándonos por aquello, cada vez, un poco menos. Más bastaría todo eso para que la última gota de lluvia terminase al unísono con mi última palabra. 
Y "PAC", se acabó. 

Cielo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Elefantes mudos

  No te avives

Que ya es tarde.

Y salió corriendo el cuerpo desnudo que andabas buscando vos.

Tardará en caer la última pestaña sobre mi pecho

Y el hambre, las arañas, los corpiños enfrentarán tu ojo frente al mío. 

Sé que sacudirán las olas su enojo conmigo,

Que mi piel sudará rencores como la fiebre suda 

Gotas de rocío.

Y en  un lago de lagartos sentiré frío. 

Sentiré que los bosques más negros 

Que hayas conocido 

Volverán en mi mente, rajarán los bocetos de tu historia conmigo. 

Te encontraré en el retorno como un hueso fétido/dormido 

Mis dientes rechinarán odio y mis besos lamerán tus oídos.  

Silencio, silencio, silencio,  

Verdadero sonido entre montañas de cemento.  

Silencio es cuando el cuerpo siente que lo escucha todo, 

Que no hay tempestad 

No, no hay. 

No se puede callar lo turbio de las calles mudas.



Cielo